Enseñar que existen otras personas en el mundo.
Lograr que el niño comprenda que sus derechos acaban donde comienza los derechos de los otros.
Desarrollar la capacidad de la paciencia.
dar ejemplo...
Para lograr esto podéis leer algunas claves indispensables a la hora de poner límites.
Claves indispensables a la hora de poner límites:
- Claridad en los mensajes. Al poner límites, debemos utilizar oraciones cortas y asegurarnos de que el mensaje resulta claro. Debemos pedir al niño o niña que repita lo que se le ha dicho para reforzar el mensaje.
- Límites consistentes. Los límites no deben depender de nuestro estado de ánimo, ni del éxito o fracaso de la jornada laboral.
- Firmeza en las decisiones. Propongamos lo límites como decisiones ya tomadas. Si lo hacemos en tono de pregunta o sugerencia, el niñ@ será quien elija.
- Somos los adultos los que sabemos qué es lo mejor para él. Desaprobar la conducta, no al niñ@.
- Los hij@s deben comprender que, más allá de sus conductas, prevalece el amor de sus padres. Debemos descalificar la conducta inapropiada sin humillar al niño o a la niña.
- Límites razonables. Tener en cuenta la circunstancia, la edad y la madurez del niñ@.
- A veces se confunde la rebeldía con la irresponsabilidad propia de la infancia. Procuremos no exigir a nuestros hij@s conductas imposibles para ellos.
- La importancia de dar razones. Hay límites en determinados hogares que se vuelven reglas familiares y que no son cuestionados, se interiorizan sin más. En cambio, hay otros que surgen ante una necesidad y merecen una explicación. Ofrecer argumentos o razones que justifiquen un límite a nuestros hijos/as dará coherencia a nuestros actos y pensamientos.
- También decir sí. Suele ser frecuente acompañar los límites de imposiciones (“no hagas eso”, “¡no toques!”…) Plantear el límite en términos positivos; decirles “mejor hazlo así”, resultará sumamente valioso.
- Permitir que opinen. Si fomentamos la participación de los hijos en la creación y en la redacción de las normas y límites, habrá más posibilidades de que las cumplan de forma natural. Límites sólo a las conductas.
- Los límites siempre deben estar orientados a regular conductas, no sentimientos. Podemos pedirles que realicen o no tal cosa pero no les podemos exigir que no expresen sus sentimientos, que se rían, lloren o se enfaden.
- Apelar a las consecuencias naturales y lógicas. Las consecuencias naturales son aquellas situaciones que se producen como resultado de conductas incorrectas; no debemos evitarlas porque enseñan. Por ejemplo, si el niño rompe un juguete de su hermano, la consecuencia lógica a la que deben apelar los padres será inducirlo a que trate de arreglarlo. Reparar el error cometido será parte de su aprendizaje.